Elsa Martínez Herrera.
Quiero hablar sobre un adjetivo que no tiene género, “valiente”, adjetivo que todos creemos tener pero que realmente solo demostramos que lo poseemos cuando nos enfrentamos a algo que nos oprime y no nos deja ser libres. No hay que confundir ser valiente con no tener miedo. Por ejemplo, yo salgo de trabajar a las 02.00 de la madrugada y vuelvo a casa andando sola, pero no tengo miedo y tampoco soy valiente porque lo que hago no despierta temor en mí. Y también como ejemplo, si un gran grupo de gente se reúne a escondidas para intentar ser feliz, en un lugar “secreto”, es porque en el fondo sienten el miedo, pero son capaces de sacrificar cualquier temor con tal de vivir su vida y reivindicar unos derechos que no deberían ser reivindicados.
Sé que cuando ocurrió la “Gran Redada del Pasaje Begoña” el franquismo estaba en pleno auge en España y eso dificultaba extremadamente las cosas. En los años 60 y 70 pertenecer al colectivo LGTBI de manera abierta era un delito recogido en el Código Penal y motivo de detención por parte de las autoridades. Por eso todas y cada una de las personas que se atrevieron a inundar de libertad, lujuria y felicidad el Pasaje Begoña merecen el adjetivo de valientes. Porque estoy segura de que tenían miedo, pero en sus oprimidos corazones, las ansias de libertad, de amar, de sentir, estaba por encima de las amenazas de un régimen que tenía a todo un país sumido en la oscuridad del terror al sometimiento.
La valentía se demuestra con actos, con el atrevimiento de saltarse las normas para conseguir lo que uno quiere, pero demostrar que se es valiente también implica arriesgarse a perder la libertad y a sentir humillación. Estoy segura de que la gente que se reunía en el Pasaje Begoña sí tenía miedo pero no les importaba exponerse al riesgo a las detenciones por parte de la policía. Gracias a esa gente, y a toda una generación, en España hay mayores cotas de igualdad, podemos amar a quién queramos sin temor a represalias. No está todo conseguido, asoma aún la LGTBIfobia en los opacos cerebros de algunos colectivos extremistas. No obstante, en nuestro país el respeto a la diversidad va siendo cada vez más una realidad y se está avanzando hacia la ansiada igualdad. Es un pequeño homenaje a quienes se han tenido que esconder durante tanto tiempo por el miedo a ser juzgados injustamente por el único delito de sentirse libres, por querer demostrar su amor hacia personas de su mismo sexo o por haber nacido con una identidad con la que no se identifican.
La lucha por conseguir la ansiada igualdad y el respeto a la diversidad ha sido gracias a esos valientes de toda una generación de personas como la que se reunía en el Pasaje Begoña de Torremolinos. En una época altamente represiva, donde el conjunto de la sociedad estaba en contra. Por eso es importante conmemorar y reconciliarse con esas personas que fueron reprimidas, incluiso encarceladas por ser ellas mismas. Debemos agradecerles a estas personas su coraje, que el adjetivo “valientes” sea el que las defina, porque sin valentía no se consigue el respeto a la diversidad, ni tampoco se ganan batallas.
Como sabemos, en 2021 se cumplen 50 años de la Gran Redada policial que acabó con ese oasis de libertad. En estos momentos, se está trabajando en diferentes proyectos para honrar la memoria de quienes protagonizaron los años dorados y de esplendor del Pasaje Begoña. Sus recuerdos y testimonios son cruciales para entender porque en este lugar se convirtió en referente en visibilidad LGTBI y en cuna de sus derechos y libertades.
Elsa Martínez Herrera. Trabajadora Social. Alumna del Máster en Intervención Social, Cultura y Diversidad. Universidad Pablo de Olavide.