El Pasaje Begoña tuvo un relevante potencial transformador, ya que el radio de influencia de Torremolinos fue realmente importante para la juventud, que buscaba escapar de la represión cotidiana. Especialmente importante fue el impacto que este pasaje tuvo entre el colectivo LGTBI procedente de los municipios cercanos de la costa y de otras provincias cercanas, ávido de libertad y de respeto a la diversidad.
El Pasaje Begoña se convirtió en una seria amenaza para los sectores más conservadores, que lo consideraban como un lugar de perversión y delincuencia. Constituía, pues, una afrenta peligrosa contra la “moralidad y las buenas costumbres”, valores que defendía a ultranza el nacionalcatolicismo del régimen franquista.