A finales de los 60 y principios de los 70, el régimen franquista endureció su política contra la homosexualidad y se llevaron a cabo redadas periódicas contra el colectivo LGTBI.
El 24 de junio de 1971, tuvo lugar en el Pasaje Begoña y calles aledañas una «gran redada» policial, ordenada por el entonces Gobernador Civil de Málaga, Víctor Arroyo. Afectó a más de 300 personas y 114 de ellas fueron arrestadas por «atentar contra la moral y las buenas costumbres».
La Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, vigente en aquella época, consideraba delito la homosexualidad y la castigaba incluso con pena de prisión. De hecho, algunas de las personas arrestadas aquella noche fueron encarceladas y los extranjeros fueron deportados. A todos se les abrió un expediente policial y se les amenazó con permanecer “bajo vigilancia de las autoridades”.
Muchos de los locales fueron multados y clausurados, y la mayoría quedaron cerrados para siempre. Este brutal acontecimiento tuvo un gran impacto en la prensa internacional, y muchos aseguran que marcó el inicio de un largo período de decadencia para Torremolinos como destino turístico y espacio de libertad e igualdad.
Recogemos el testimonio de una persona que vivió la gran redada. Su nombre es José Luis Yagüe, e hizo las siguientes declaraciones para la Web Torremolinos Chic«.
“Quienes vivimos la tristemente famosa redada que acabó con el esplendor de las famosas Noches de Embrujo de Torremolinos y especialmente con el Pasaje Begoña con aquella intervención que avergonzó a España y propició la protesta diplomática por el maltrato que recibieron cientos de turistas extranjeros, entre los que se encontraban hijos de personalidades de relieve en Europa, que pusieron el grito en el cielo, por las vejaciones, en aquella detención sin miramiento de que fueron objeto, que recibieron.
La tarde antes, la mujer del gobernador, con unas amigas, habían ido de visita a Torremolinos y de pronto se vieron en medio de aquel deslumbrante ambiente del Pasaje Begoña, con pubs y bares de luces de colores, chicas llamativas y un ambiente que la señora no podía ni imaginar. A toda prisa regresó al Palacio de la Aduana, donde residía el Gobernador Civil y le llenó la cabeza de tal manera que, ni corto ni perezoso, organizó una redada en toda regla enviando a Torremolinos a aquellos camiones grises de la Policía Armada, los autobuses y todos los vehículos de que disponían, incluyendo los municipales. Fueron cientos, quizás más de 400 los detenidos y como no había calabozo disponible, los llevaron al callejón lateral que subía desde el antiguo Correos en el Paseo del Parque, hacia la calle Alcazabilla. Cruzaron los camiones y allí tuvieron a los detenidos horas y horas, hasta que la presión internacional acabó con aquel disparate.
Dos reporteros del Diario Sol de España grabaron en aquellos magnetófonos tipo caja de zapatos de la época, los testimonios más impresionantes del maltrato recibido. Les fueron confiscados. Pero escribieron su crónica, que yo supervisé y alenté como responsable, en aquellos momentos, de la Redacción que el Diario Sol de España, tenía en el primer piso de la Alameda Principal.
Los testimonios de aquellos dos reporteros que vivieron la violencia con que los grises actuaron, eran espeluznantes. Su gran delito fue que estaban disfrutando de la música, de la bebida, de las chicas o de los chicos y del ambiente fantástico que en el Pasaje Begoña y también en sus alrededores existía. Pero aquel disfrute, había escandalizado a la señora del Gobernador…».